07 julio 2006

El contrato de patronazgo entre el duque del Infantado y los monjes de Sopetrán (siglo XVII)

Monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán (Hita)
Detalle del claustro de estilo herreriano cuya construcción se inició a principios del XVII a imagen y semejanza del de la casa matriz: San Benito el Real de Valladolid (estado actual)

El Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, más conocido como Monasterio de Sopetrán, se encontraba ubicado extramuros de la villa de Hita. Nunca pudo considerarse como un cenobio importante, no obstante el ascendiente que ejerció sobre su territorio de influencia. La estrechez de sus rentas le obligaron a buscar, en 1648, plena etapa de declive económico para toda la comarca de Hita, el patronazgo de la Casa del Infantado que, a pesar de sus evidentes penurias económicas, acudió con prontitud y fidelidad en ayuda de los religiosos, en una demostración de la vinculación existente entre los monjes y la casa ducal acción que, también, debemos interpretar como una medida para fijar en una anualidad las ayudas que, con frecuencia, solicitaban los religiosos, sistema que había marcado, hasta aquel entonces, las relaciones entre Sopetrán y los Mendoza, Duques del Infantado. Este artículo da conocer el concierto de patronato formalizado por don Rodrigo de Mendoza Rojas y Sandoval, VII Duque del Infantado, y los monjes de Sopetrán, el día 29 de enero de 1648, así como las peripecias a que dio lugar el compromiso derivadas de la delicada situación económica por la que atravesaba la economía ducal. Todo ello lo publiqué en la revista Wad-al-Hayara, nº 28 (2001), pp. 105-128, pero que, para mayor comodidad, podéis consultarlo en la siguiente dirección electrónica: http://www.oposicionesycursos.com/jesus/Patronazgosopetran.pdf Espero que disfrutéis.

02 julio 2006

Hita y el negocio de la lana castellana en el siglo XVI

Hita (Guadalajara) es conocida universalmente gracias al clérigo Juan Ruiz, arcipreste de Hita, y a su afamado libro del Buen Amor.
Ahora no me detendré en explicar algunos detalles de tan simpático, a la vez que enigmático, personaje. En esta oportunidad quiero hacerme eco de una comunicación que presenté al VIII Congreso de la Asociación Española de Historia Económica (Santiago de Compostela, septiembre de 2005), y en la que referí de qué forma la economía de la comarca de Hita se vio forzada a integrarse en la economía global de la época, gracias a los intereses que el grupo rector de la política de la citada villa, con el Duque del Infantado a la cabeza, tenían trabados en torno a la industria de la lana.
La lana castellana, ya desde el XIV, se había convertido en un bien imprescindible para los telares de Flandes. La necesidad de esta materia prima en los centros de producción flamencos forjó unos vínculos férreos entre quienes producían lana y quienes la consumían. De entre los primeros destacar aquellos colectivos que tenían suficientes excedentes de capital como para invertirlo en la compra de ganado, me refiero no sólo a las casas nobiliares, también aludo a los monasterios y a los grupos emergentes en los concejos capitalinos, caso de Guadalajara, donde a lo largo del XVI asistimos al nacimiento y consolidación de una pequeña nobleza que será capaz de ir liquidando el alfoz de la ciudad alcarreña en su beneficio (aspecto que ahora no abordaré dada su amplitud y complejidad).
Pero una cosa era tener excedentes de numerario y otra muy distinta era acceder a los pastos necesarios para alimentar al ganado. Ese, precisamente, es un problema de capital importancia que, para el caso de Hita, fue resuelto por el grupo dirigente imponiendo sus privilegios en perjuicio del común. Dicho de otra manera, el Duque del Infantado tenía destacado en Hita a un criado de cierto rango, un alcalde mayor que, en el lenguaje de la secretaría ducal recibe el título de corregidor. Este individuo estaba unido al Duque por fuertes lazos de clientelismo. Su obligación era velar por los intereses de su patrón a la vez que, en su nombre, administraba e impartía justicia. Será a través de este mecanismo como el noble conseguirá arrendar tierras de pasto que pertenecían al común de la Villa de Hita y tierra (es decir, no sólo a los vecinos de la villa sino también a todos los que vivían sobre las aldeas dependientes jurídicamente de la citada Hita) al Duque.
Esta actitud arbitraria por parte del concejo de Hita significó un movimiento de repulsa de todos los afectados que se movilizaron en contra de esa decisión. La solución fue acudir a la Corona para que remediase tamaño desatino, por ello, no dudaron en acudir coaligados a la Real Chancillería de Valladolid, tribunal diseñado por la Monarquía para entender en los pleitos suscitados entre las partes cuya ubicación se encontrase por encima del caude del río Tajo.
No sólo el Duque se apropió pastos. También los monjes del vecino monasterio de Sopetrán hicieron lo propio. En esta oportunidad los perjudicados fueron los vecinos del lugar de Taragudo, colindante con Hita y con tierras del citado cenobio.
Los interesados en ampliar la información pueden consultar la siguiente dirección electrónica donde está publicada mi comunicación al Congreso de la Asociación Española de Historia Económica.http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b24_carrasco.pdf

Una famila judeoconversa portuguesa en Hita ante la Inquisición (1660-1661)

Me interesa dejar constancia de la existencia de una familia judeoconversa, de origen portugués, que vivió en Hita, en los años centrales del difícil siglo XVII. Era un pequeño grupo familiar que, posiblemente, nunca fuera consciente de que se habían asentado en el lugar donde otrora, en el ya lejano año de 1492, otros judíos se habían visto obligados a tomar una difícil decisión: o convertirse al cristianismo o exiliarse. Ante esa disyuntiva les puso el decreto de expulsión de los Reyes Católicos.Tras la salida de los judíos en Hita de ellos sólo permaneció el recuerdo que se fue diluyendo en el tiempo y ya en el XVII a ningún habitante de la localidad, tampoco de las limítrofes como, en general en toda Castilla, era consciente de una posible ascedencia de raíz hebrea. No era culturalmente posible porque el trabajo de la Inquisición erradicando el judaísmo había sido contundente, sobre todo durante los primeros cincuenta años después de la expulsión. Por esa razón, en el XVII a nadie se le pasaba por la imaginación regresar a un rito del que nada sabía.
Distinta cuestión es el comportamiento de los judeoconversos de origen portugués, por razones que son amplias de explicar y que desbordan el ámbito de este marco, en Portugal la represión del judaísmo se efectuó ya muy vencido el XVI, permitiendo que los orígenes culturales y la adscripción ideológica, llegase más viva a la centuria siguiente que en Castilla.
Por esa razón, el siglo XVII fue testigo del intenso trabajo que se dieron los tribunales inquisitoriales en combatir a los portugueses y entre ellos, estuvieron los dos sujetos de esta historia, Simón Fernández Fonseca y su hija María Núñez. Asentados en Hita hacia 1659, procedían de la vecina Guadalajara, y su objetivo era cubrir una oportunidad comercial a la que tanto y con tanto éxito se aplicaron los portugueses: me refiero al comercio. Sirviendo de nexo entre las mercancías producidas en remotos lugares y llevándolas a través de una cadena de intermediarios, muchos de ellos, por no decir todos, también portugueses.
Un mal encuentro con el Santo Oficio nos ha permitido conocer de su existencia.De ello me hice eco en un artículo publicado en la revista Wad-al-Hayara, nº 27 (2000), pp. 85-100, con el título "Una familia de judeoconversos portugueses de Hita ante el tribunal de la Inquisición (1660-1661)".Quien desee leerlo puede hacerlo en la dirección electrónica que abajo se cita.Espero que os guste.
http://biblioteca2.uclm.es/biblioteca/CECLM/ARTREVISTAS/Wad/wad27_carrascofamilia.pdf